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sábado, 12 de febrero de 2011

La Búsqueda.






En la dimensión en la que vivimos experimentamos la necesidad de inventarnos todo. Y ello nos incluye a nosotros mismos. Esto se debe a nuestra incapacidad de vernos tal cual somos. Pareciera que lo único que nos mantiene con vida es poder descubrir que no vivimos. La búsqueda... la búsqueda... la eterna y frustrada búsqueda. Es que lo que buscamos no está. No ha estado nunca. Nunca existió.
Todos los vocablos, y los conceptos a los que aquellos aluden son de nuestra propia creación. La existencia, vivir, morir, la bondad, la maldad, la justicia, la razón, el error, la verdad. Por supuesto que existe la verdad que como axioma está basada en que todas las cosas son tal cual son. La mentira es una creación humana, en contraposición con aquella. Pero ¿que otro ser viviente se plantearía la existencia de la mentira, o intentaría crearla y difundirla?
Se dice que "muerto el perro, muerta la rabia". Pues entonces podríamos decir que "muerto el hombre, muertos los interrogantes". Y todo el universo continuará siendo como es sin que nadie deba saberlo. Y nuestra unicidad de origen resultará en la unicidad de todo lo existente, y de los universales conceptos sin nombre que se autodescriben en su apariencia real prescindiendo de la percepción humana y de las lenguas para describirlos.
Yo suelo aludir a un sencillo paradigma, que como todo lo humano, intentará perpetuarse en la eternidad. Esto seguramente no ocurrirá pero aun así, aquí y ahora, pareciera traer consigo todo el peso de la verdad. Éste rezaría así:
"Si ninguno de los seres vivos, excepto los humanos, se plantea verdad alguna y viven todos en la inconsciencia de su propia existencia como tales, ¿quienes somos nosotros para buscar y descubrir qué, basados en nuestras propias creaciones? Nuestra constitución fisiológica nos permite ser conscientes de nosotros mismos. O engañarnos permitiéndonos la elaboración de una ilusión que como tal nos impida percibir la realidad”.
Lo que es, lo es prescindiendo de nosotros. Y continuará siéndolo y mutando las veces que sea necesario sin necesidad de que nada ni nadie se entere ni pueda interponerse. Puesto que también el enterarse de las cosas forma parte del libreto escrito por nosotros mismos. Y esto será así mientras permanezcamos conscientes de estar escribiendo una historia de ficción. Es lo que nuestra mente nos permite hacer dentro de sus funciones ordinarias y regulares. Salvo que queramos ir más allá para descubrir que no podremos continuar descubriendo durante nuestra permanencia en vida. Y cuando hayamos regresado a nuestra esencia, ya ningún descubrimiento será necesario puesto que todo estará expuesto allí. Y nosotros continuaremos siendo parte de ello. Aunque no encubiertos en vasos sanguíneos, órganos, músculos, huesos, piel... y todo lo que creemos que somos.
R. S.

Gracias Rudy Spillman del blog LIBRO ABIERTO

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