"...Aunque supiese que mañana se acababa el mundo,
yo igual plantaría mi manzano..."
Martin Luther King.
Existe una sensaciòn delicada, suave y deliciosa que no se compara con nada:
la de sentir en lo profundo del alma, que uno cumpliò con una misiòn fuertemente anhelada.
Recorre el aire y lo invade, una magia especial.
Parecido a cuando uno probò el primer sabor de aquel gusto que con el tiempo se transformarìa en el favorito.
O esa canciòn que uno no sabe bien por què, pero al sonar el primer acorde, algo se enciende y brilla, como lucièrnagas en noche de verano.
Cuando vi el tronco verde, con las hojitas estrelladas naciendo desde casi su inicio, danzando en el viento de mi vereda, suspirè.
Lo primero que hice, fuè mirar el cielo.
Lo segundo, cerrar los ojos y volar al pròximo otoño y sentir el pas de deux entre las hojitas rojientas y mis sentidos extasiados, navegando entre el destello de la madre natura.
Que no es por la famosa frase de Josè Martì cuando dijo que para lograr la completud humana, uno debia antes dejar el legado a la humanidad de plantar un arbol, (escribir un libro y tener un hijo), que lo hice.
Es el impulso fuerte y consciente, el ansia ilusionada y vibrante, el reflejo certero y profundo, de dar vida.
Ojalà que quien pase por allì, se deleite la mirada, mañana.
Que el suelo àspero de mi tierra, se transforme en fèrtil abono, alimento del universo minùsculo que allì habita.
Detenernos un instante en el tiempo para sembrar una semilla o plantar un àrbol es algo que todos en algùn momento de nuestra vida aquì, tendrìamos que hacer.
Me gusta la idea de pensar que haya muchos, que me imiten locamente.
Y hagan este hermoso ritual en familia. Con sus hijos. Que nietos y abuelos se junten abriendo la tierra para dar paso a la nueva simiente.
Y juntos JUNTOS, la rieguen y vean crecer.
Gabi ©
PD: Miren que lindo proyecto!:
Gracias Gabi del blog mariposa 67
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