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martes, 22 de febrero de 2011

Ceguera a la introspección… o la tendencia al autoengaño…



Nosotros los seres humanos tenemos una fuerte tendencia a sobrevalorarnos y autoengañarnos. En la Psicología Social el “Efecto del exceso de confianza” nos adelanta que en muchas ocasiones la confianza en nuestras potencialidades o desempeño sobrepasa con creces nuestro poder y precisión objetivos.

En otras ocasiones buscamos explicaciones falsas o racionalizantes para explicar nuestros comportamientos y decisiones. En Psicología esto se conoce como la “Ilusión de la Introspección”, un nombre dado al proceso mediante el cual creamos una justificación para nuestras decisiones cuando realmente no sabemos por qué las hemos tomado.

Una de las primeras aproximaciones a este concepto fue la realizada por los psicólogos de la Universidad de Michigan Richard Nisbett y Timothy D. Wilson en el año 1977; quienes a partir de una serie de experimentos hipotetizaron que, cuando no podemos acceder al proceso mental que nos conduce a una decisión determinada, inventamos una explicación que le brinde algún sentido a la misma.

En el experimento en cuestión los investigadores entregaban pares de medias a un grupo de mujeres y les pedían que escogieran aquel que más les gustara. Una vez realizada la elección, las mujeres explicaban los detalles que las habían decidido, haciendo referencia a aspectos como: la textura, el color, la apariencia… Pero el experimento escondía un truco: realmente todas las medias que les habían entregado eran idénticas.

Pero la Ilusión de la Introspección quedó aún más clara en un experimento más reciente desarrollado por Johansson y Hall. En esta ocasión los investigadores mostraban a las personas dos fotografías del sexo opuesto para que escogieran aquella que les resultaba más atractiva. Sucesivamente, cada persona debía justificar su decisión. Lo curioso era que el experimentador, mediante un truco de manos, cambiaba la imagen que había sido seleccionada y al final, le mostraba la foto que éste no había seleccionado.

Asombrosamente, el 70% de las personas no se percató del engaño y, evidentemente, inventaba motivos por los cuales había seleccionado aquel rostro. Por si esto fuera poco, los investigadores le preguntaron a las personas si serían capaces de detectar un movimiento en el cual le cambiasen las imágenes. El 84% de las personas engañadas afirmó que serían totalmente capaces de detectar un truco de ese tipo. :-0

A este fenómeno los investigadores le llamaron “Ceguera a la elección” (ya sabemos que los psicólogos tienen una extraña compulsión por llamar a las mismas cosas con nombres diversos) y, como es de suponer, ha sido objeto de múltiples experimentos más que lo confirman.

En resumen, que en muchas ocasiones somos víctimas de nuestros propios prejuicios o creencias erróneas. Pensamos que tenemos un gran conocimiento sobre nosotros mismos cuando verdaderamente estamos tomando decisiones improvisadas pero no deseamos (o no somos capaces) de reconocerlo. Así, usualmente nos dejamos tentar por la ilusión de que somos mejores que el promedio de las personas (el prejuicio del punto ciego) o creemos que nuestros valores y formas de pensar están más extendidos y son compartidos por un mayor número de personas de lo que realmente están (el efecto del falso consenso). Trucos que nos juega la mente o… quizás… trucos que nos hacemos a nosotros mismos para evitar enfrentar el hecho de que realmente tenemos un control muy escaso sobre nuestro medio.


Fuentes:
Johansson, P. et. Al. (2005) Failure to detect mismatches between intention and outcome in a simple decision task

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