El concepto de Flow o Fluir lo acuñó Mihalyi Csikzentmihalyi, psicólogo y sociólogo croata, después de numerosas investigaciones sobre la felicidad. Este autor, definió el concepto de Flow como un estado en el que la persona se encuentra completamente absorta en una actividad para su propio placer y disfrute, durante la cual el tiempo vuela y las acciones, pensamientos y movimientos se suceden unos a otros sin pausa. Todo el ser está envuelto en esta actividad, y la persona utiliza sus destrezas y habilidades llevándolas hasta el extremo. En definitiva, una persona está en flow cuando se encuentra completamente absorbida por una actividad durante la cual pierde la noción del tiempo y experimenta una enorme satisfacción.
El Flow o Fluidez es ese estado en el que estamos tan inmersos en una actividad que somos capaces de parar, alargar o acelerar el tiempo, experimentando el tiempo cuántico.
Csikszentmihalyi afirma que la fluidez puede describirse en función de 8 parámetros:
1) Unión: Las personas que experimentan fluidez se encuentran envueltas en la actividad hasta el punto de que se sienten parte de esa actividad.
2) Concentración: Las personas que experimentan fluidez se encuentran absolutamente concentradas en la actividad, pero es una concentración que no requiere esfuerzo alguno.
3) Control: Existe una ausencia total de preocupaciones. La persona siente que domina y controla la situación.
4) Pérdida de la conciencia de uno/a mismo/a: Durante los estados de fluidez, se pierde la conciencia de uno mismo, esa parte de la conciencia que analiza y evalúa los planes antes de ponerlos en marcha permanece dormida, la persona no piensa antes de actuar, no hay confrontación entre diferentes opciones de actuación.
5) Distorsión del sentido temporal: Durante los estados de fluidez se distorsiona la conciencia del paso del tiempo. Parece que el tiempo pasa más rápido de lo normal o por el contrario que avanza especialmente lento.
6) Valor de la experiencia por sí misma: La actividad que provoca estados de fluidez se lleva a cabo por sí misma, no por los beneficios que dará como resultado. Es una actividad reconfortante por sí misma.
7) Valor de las habilidades o fortalezas personales: La actividad que provoca estados de fluidez pone en marcha el uso de habilidades personales. Sólo cuando las demandas de la actividad presentan un reto para las habilidades personales se producen estados de fluidez. En este sentido, conecta con las teorías de M.P. Seligman acerca de la importancia de conocer y desarrollar nuestras fortalezas personales (rasgos positivos) para llevar una vida llena de gratificaciones (vida significativa).
8) Metas y feedback: La actividad que provoca estados de fluidez debe estar claramente dirigida a conseguir metas y a recibir feedback inmediato, de forma que la persona no debe preocuparse sobre cómo lo está haciendo durante la fluidez.
Se produce un estado de máxima concentración en el cual se adquiere pleno control de la energía psíquica, favoreciendo estados de crecimiento personal, aunando pensamientos, emociones y acciones hacia una misma meta. Todo es armonía, y cuando la actividad termina, la persona se siente más unida en su interior, pero también más unida con el resto del mundo. Este estado de Fluidez o Flow produce un silencio interior en el cual se facilita la Flujogénesis Emocional para nuestro crecimiento interior. La Fluidez o Flow es una herramienta más para facilitar dicha Flujogénesis y el despertar de la conciencia, para ordenar nuestra energía psíquica, desechar lo superfluo y ser capaces de sentir La Verdad en nuestro interior, sea cual sea esa Verdad. Para desarrollar la intuición y responder a la Ecuación de Decisión desde nuestro saber interior. Para ello es importante organizar nuestra conciencia experimentando estados de fluidez, participando en la génesis de las emociones (flujogénesis eficaz), con la mayor frecuencia posible, introduciéndola incluso en las actividades más comunes y rutinarias y convertirlas en significativas y divertidas.
Existen actividades que facilitan estos estados de fluidez, como componer o tocar música, pescar, escalar montañas, bailar, jugar al ajedrez, jugar en general, pintar, los deportes, los hobbies…
Pero no sólo se puede alcanzar la fluidez con estas actividades sino que, para realmente favorecer la organización psíquica, se debe favorecer la fluidez en nuestro día a día. ¿Cómo? A través de otros conceptos igualmente importantes. El primero se llama Mindfulness y tiene que ver con “estar presente”, tener “plena conciencia”, a través de una meditación activa, poniendo toda nuestra atención en la tarea que tengamos entre manos. El segundo concepto es el de saboreo o “savoring”, de Fred B. Bryant y Joseph Veroff de la Universidad de Loyola que definen como tomar conciencia del placer a través del estudio de la atención consciente y deliberada.
Significa cocinar prestando absoluta atención a cada olor de los alimentos, al crujir de la lechuga cuando la rompemos, concentrarnos en el color del tomate o el tacto de un champiñón. Significa ESTAR en la tarea, acallar la mente de problemas y pensamientos y VIVIR el momento realmente. Igual que en nuestro trabajo o nuestra rutina diaria, prestar atención a las tareas, las personas y el entorno como si fuera la primera y la última vez que tengamos oportunidad de verlas, sentirlas y tocarlas. Es en ese silencio interior cuando somos capaces de trascender, de ir más allá de nosotros/as mismos/as, de sentir la energía que nos rodea y de conocer, experimentar el verdadero crecimiento interior, observar y crear las emociones que nos hacen traspasar nuestros propios límites. Escuchar, abrirnos, crecer…¡Fluye!
Bibliografía:
-Csikszentmihalyi, M. (1996) Fluir (Flow). Una psicología de la felicidad. Kairós, Barcelona
-Csikszentmihalyi, M. (1998) Aprender a fluir. Kairós, Barcelona
-Csikszentmihalyi, M. (1998) Experiencia óptima. Estudios psicológicos del flujo en la conciencia. Desclee de Bouwrer, Bilbao
-Jackson, S. y Csikszentmihalyi, M. (2002) Fluir en el deporte: Claves para experiencias y situaciones óptimas. Paidotribo, Barcelona
- Ellen J. Langer. (1989) Mindfulness. La conciencia plena. Ed. Paidós. Barcelona.
Irene Mollá Balañac para StarViewerTeam International 2011.
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