A lo largo del día, sin importar con quién me encuentre o qué situaciones puedan presentarse, concentro mi atención en la luz divina que hay dentro de cada persona. Utilizo esta verdad para dar el toque de luz a todas mis interacciones con el prójimo.
Veo la luz en los otros; la luz divina del amor y la sabiduría. Yo también poseo esa luz, que se proyecta desde mí como un rayo de armonía y paz. Al dar ese toque de luz a todos los que conozco, irradio una actitud optimista. Mi corazón está lleno y por desbordar de un amor incesante y de aceptación por todos los hijos de Dios.
Mi actitud positiva nace de un conocimiento maravilloso: el conocimiento de que el espíritu de Dios está dentro de mí y dentro de todos los demás.
Al dar a la vida el toque de luz, mi día se torna más brillante y el camino me resulta más fácil. Me veo libre de dudas o preocupaciones.
Con Amor en mi corazón
"Ahora, por estar unidos al Señor, vivía en la luz".
Efesios 5, 8
Que las tiernas manos de Dios te sostengan
hasta que encuentres la plenitud de tu alma.
Que el Señor habite en tu corazón.
Gracias Adriana .
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Muchas gracias por tus comentarios