Enredado en el vacío de la nada , con agujeros en el alma, el hombre vive como puede, en un mundo incierto, donde solo el hoy tiene sentido.
Pasaron horas, pasaron días , pasaron meses y de repente el tiempo se disolvió.
Ya no marcaban la horas de los relojes , ya que todos se pararon y se rompieron.
La gente empezó a caminar sin rumbo, como perdidos en la ciudad sin tiempo, sin saber lo que hacer, no sabían cuando tenían que trabajar, cuando comer, cuando dormir.
Las personas pasaron de no tener tiempo para nada , a tener todo el tiempo para ellos.
Entonces la gente se rompió y se envolvió en la nada y el no ser y empezó a no encontrarse con el todo.
Y eso que buscaban todo el día, pero sin éxito, no lo encontraban, no se encontraban, a ellos mismos, porque no sabían buscarse hacia adentro.
La naturaleza se rompió todavía más, y no hubo días, ni hubo noches y entonces perdidos en el tiempo, sin luz, sin rumbo, sin nombres, dejamos de ser y nos envolvió a todos el remolino eterno de la nada que lo es todo.
En estos tiempos que corren, la vida se va con una rapidez que espanta. La vacuidad nos invade de tal manera, que la censación de vacío esta dentro nuestro y en cada acto que emprendamos. Enredados en el vacío de la nada , con agujeros en el alma, el hombre vive como puede, en un mundo incierto,donde solo el hoy tiene sentido.
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