CONTROL DE LAS MASAS
A veces nos gusta autoengañarnos. Pareciera que de ese modo logramos sentirnos mejor. Tanto peor es nuestra situación cuando nos encontramos en masa, pues se produce una especie de contagio psicológico que nos arrastra a pensar y a actuar como las multitudes, idiotizándonos aun sin ser idiotas.
La única mente existente es la individual, proveniente del cerebro de cada uno de nosotros. La mente colectiva es algo abstracto que sólo cobra vida merced a la influencia persuasiva de unos sobre otros.
Pero tengamos en cuenta que ésta no posee cerebro propio. En la medida que un concepto crece en adeptos le va resultando más fácil absorber más y más candidatos. Opera como si la cantidad supliera a la calidad. Y en un abrir y cerrar de ojos, corremos el riesgo de vernos todos contagiados, hipnotizados, formando impresionantes multitudes vociferando a viva voz, nuestra adhesión a preceptos y personas que a veces ni siquiera llegamos a entender. "Pero si semejante cantidad los apoyan por algo será..."
Nutritivo alimento es éste, de muchos políticos y líderes del mundo, el cual aprovechan hasta "chuparse los dedos" para no desperdiciar ni un poco de esa tentadora situación que promete entregarles lo más preciado por ellos: el poder.
Los políticos en todo el mundo (o casi todo) prometen lo que no cumplirán, adulan a sus pueblos asegurando que "ellos" (los pueblos) nunca se equivocan, cuando casi siempre piensan y corroboran lo contrario y saben que si ellos se comportan como pastores inteligentes, sus pueblos se verán convertidos en obedientes ovejas.
Pero no debemos despotricar en contra de nuestros políticos y gobernantes, pues todo depende de nosotros. Tomemos las riendas de nuestras propias vidas, al toro por sus astas, y no tendremos de qué quejarnos. He escuchado por allí decir: "los pueblos tienen los gobernantes que se merecen". Aunque esto no sea del todo así, ya que existen dictaduras despóticas mantenidas por el poder de la fuerza y la violencia, que merecen un renglón aparte en esta historia, en los últimos tiempos pareciera que nos merecemos bastante poco y malo, a juzgar por la calidad humana de quienes nos gobiernan en el mundo.
R.S.
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