Existen dos verdades. Una es real, objetiva, exterior. La otra es la que proviene y yace en nuestro interior. Si queremos que esta segunda prevalesca siempre sabremos encontrar argumentos para desestimar la primera. No importarán las pruebas que nos traigan ni lo evidentes que éstas sean. La mente, el sentimiento y la voluntad, juntos suelen hacer maravillas que parecen reales.
Si en cambio, lo que realmente buscamos es la verdad estaremos abiertos a encontrar lo inesperado, aceptaremos las pruebas contundentes y fidedignas sin estratagemas, seremos sinceros con nosotros mismos aunque nos duela la verdad descubierta. Pero para ello se necesita crecer como ser humano, o decidir continuar viviendo dentro del mundo que nos hemos inventado.
No hay mayor no vidente que el que no desea ver
ni mayor ignorante que el que no desea saber
ni mayor ignorante que el que no desea saber
Texto filosófico pensado en relación al largo y triste conflicto palestino-israelí pero de aplicación en todos los órdenes de nuestra vida.
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