De niño me agradaba escuchar el cuento de "El zorro y las uvas". El animal se desvivía primero por alcanzar la preciada fruta pero debido a la gran altura de la parra y luego de infructuosos intentos, desistía. Entonces se conformaba pensando que esas uvas ya no estaban en buen estado y en realidad no valía la pena conseguirlas.
Ya de adulto aprendí que son muchas las personas que en la sociedad enfrentan ciertos desafíos de la misma manera que lo había hecho el lobo del cuento de mi niñez.
Cada cambio, proyecto, renovación, en definitiva, cada nueva situación que debamos enfrentar voluntaria o involuntariamente, producirá en nosotros cierta dosis de estrés, temor, ansiedad y a veces angustia. Son situaciones en las que cada uno reacciona de manera personal de acuerdo a su carácter y las experiencias vividas. Las estadísticas nos enseñan a través de tablas científicas, los diferentes porcentajes en el nivel de estrés que una persona promedio experimentará en casos de tener que enfrentar una mudanza, un divorcio, pérdida repentina de un ser querido, proyecto y creación de un negocio nuevo, cambio de trabajo, examen de graduación, etc.
Existen personas que en ciertas circunstancias decidirán enfrentar los desafíos arrojándose a la piscina aun en situaciones en que ni siquiera saben si hay agua dentro; y otras, que no se arrojarán ni siquiera viendo flotar en la misma un sin fin de salvavidas.
Entre ambos extremos encontraremos una gran variedad de casos con sus diferentes alternativas, riesgos y posibilidades. Estos serán enfrentados de diversa manera según el carácter y personalidad del individuo en cuestión, como ya hemos podido apreciar.Pero en general, siempre que se trate de desafíos que las personas puedan decidir de manera voluntaria afrontar o no, y que pudieran resultar beneficiosos en sus vidas, el fenómeno que se produce cuando la decisión es no aceptar el cambio, suele ser casi siempre el mismo: apurarse a preparar una lista de "porqués" debidamente justificados, para no aceptar el desafío. Incluso cuando nadie les haya preguntado. Y dejarán las uvas en su lugar, convencidas de que se encuentran en mal estado.
Gracias Rudy de su nuevo blog: "ESCRITOS de Rudy Spillman"
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