Nunca pude resignarme a andar por la vida como aquella gente que vive cual si fuesen reses yendo al matadero. Esa rebelión se gestó en mi interior desde muy temprana edad ni bien creí recibir el tremendo cachetazo social de una comunidad, la humana. La sociedad en general no termina de entender que por más "piola" que seas logrando pisotear a quien sea para obtener lo que querés, regodeándote en tu propia mierda moral por haber logrado "cagar" al vecino, siempre terminás perdiendo. Ser buena persona conviene aunque no lo seas. Y cuando digo "a quien sea" me reafirmo con tristeza en el concepto. Porque una parte de la comunidad mundial, y por suerte no conozco de porcentajes, se pudrió. Pero hasta las entrañas. Por obtener lo que desean son capaces de aplastar a su propio hijo o a la madre que los parió. Esta gente que menciono está desparramada entre todos nosotros. Pero lo más grave de este tema es que algunos aparecen codeándose con el liderazgo mundial. Son los que manejan y dominan el mundo. Y allí no existen los porcentajes. Todos están podridos.
Con los años, más de medio siglo largo ya de convivir con mis congéneres, he sentido un irresistible deseo de haber nacido animal para poder serlo menos. Porque no me puedo engañar, yo soy parte de la sopa donde escupo. Pero siento que con el paso del tiempo he ido cambiando mi concepción del entorno para bien. Contemporizando. Entendiendo que no todo es tan grave, no todo está acabado. El negro, a veces se torna gris y otras se va aclarando tanto que logra un blanco brillante que a muchos nos encandila de emoción. Y eso es lo que hoy intento rescatar. Existe tanta gente tan buena que desde el anonimato total deambula por la mierda viendo sólo rosas y así creándolas indefinidamente. Suele decirse: "no todo está perdido". Creo que nunca nada estuvo perdido. Está allí para quien quiera tomarlo con sólo extender su mano.
Pero debemos estar atentos. Prevenidos. Porque si aparece este tipo de gente equivocada que he mencionado anteriormente y se encuentra en nuestro entorno, fácil será al cabo de poco tiempo detectarla y aislarla de nuestras vidas si nuestro intento por ayudarla ha fracasado. ¿Pero qué hacer con toda esta gente acumulada en la cúspide del mundo? Nos bastará con abrir un periódico y leer las noticias. Allí encontraremos toda su cínica y siniestra obra. Dicen que "la unión hace la fuerza". Ellos lo saben. Entonces aplican el conocido principio: "Divide y triunfarás".
Como he dicho al comienzo de este monólogo reflexivo, luego de haber vivido una vida de permanentes incendios interiores que han forjado en mí un carácter agresivo e irascible en cierto modo, repleto de tanta intolerancia que me volvió intolerante hasta conmigo mismo llego hasta aquí habiendo podido aterrizar de alguna manera y ver la vida y sus circunstancias desde otra perspectiva. Ello no significa que haya cambiado de parecer. Al contrario, cada vez más, me reafirmo en mis conceptos. Pero mi alma se ha aquietado. Y creo que eso es bueno. La templanza es un don que debe saberse manejar. Es entonces que advierto que de todos aquellos fuegos sólo han quedado cenizas. Lo que no puedo evitar, y quizás tampoco quiero, es el encendido de tanto en tanto, de alguna chispa de las que han quedado y que a mi cansada edad perjudica un poco la salud. Pero me mantiene alerta.
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