Yo no sé qué razones,
qué desarraigos cargo,
¿por qué me llueve la tristeza así?
Sólo espero aquí solo a tus besos,
aguaceros sobre mi alma,
que vengan impetuosos a restañar mis heridas.
Como a ti me duele el amor,
yo que festejo siempre nuestro encuentro
de músicas gastadas.
Yo que soy el brindis para las horas increíbles,
cómo me duele el pecho
de anclar sobre este costado erróneo del olvido.
Cómo quisiera borrar esta vieja casa
y soplar sus paredes de indiferencia,
para que sólo tú me acompañes por las noches.
Perdona que te ame
contra tanto dolor arrinconado,
ven a darme tus pechos, puñitos de mi vida,
ven a darme tus ansias, volcanes de mi sed.
Sólo tú me restauras de todas mis locuras.
¡Cuánto se está agolpando contra mi pecho el mundo!
¡Cuánto te estoy amando
sin que las horas sean tuyas!
Dame también la piel
para cubrir mis llagas.
No me dejes caer sin el colchón de tu mirada
esperándome al fondo de la vida.
Gracias Ronald Bonilla
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