Todos corremos como hámsters en una bola transparente, chocando contra las paredes, moviendo nuestros piecitos tan rápido como podemos sin llegar a ninguna parte y agotados por toda la energía que requirió llegar hasta aquí. El tiempo nos roza como una ráfaga de viento, sin pedir nuestro permiso para hacer lo que nació para hacer. La vida nos empuja con más fuerza hacia un rincón de opciones limitadas. o así lo parece, pero somos nosotros quienes hemos pintado el piso arrinconándonos en esa esquina con nuestro pensamiento limitado. Con esa misma facilidad podríamos pintar una salida si así lo decidimos.
El tiempo ha cambiado. Ha acelerado su ritmo, y todas las alineaciones y acuerdos pasados también han cambiado. Las longitudes y latitudes danzan a un nuevo ritmo. Las líneas Ley y los marcadores de tiempo están desconectados, las geometrías sagradas se reinician. Se ha sentido un verdadero engranaje en el tiempo mientras los mundos entran en una nueva longitud de onda de la Luz.
La humanidad todavía camina biológicamente al ritmo del viejo tambor cuando la orquesta toca en una distinta octava de tiempo y de luz. Nuestras percepciones están mejoradas y todos podemos ver dentro y fuera del tiempo. Ver entre los mundos no es para los débiles de propósito. Uno debe aferrarse con fuerza mientras se abren las puertas del tiempo y las posibilidades se presentan en una nueva gama de geometrías. Lo inesperado debe esperarse a diario. La gente hace todo lo que puede por ocultar lo que le aflige, pero las acciones hablan más fuerte que las palabras.
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