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jueves, 21 de abril de 2011

El secreto de nuestra estabilidad económica



 

El secreto de nuestra estabilidad económica


(La madera flotante)

Siempre será más fácil reducir los gastos que aumentar nuestros ingresos.

Mientras lo primero depende en exclusividad de un acto voluntario, en lo segundo también intervendrá la voluntad de terceros sobre los que no poseemos el control.
Si contamos con avanzados estudios, capacitación profesional y/o amplia experiencia en una determinada tarea, agregados alguno de estos elementos a la porción de buena suerte precisa en cualquier actividad, nos resultará sencillo aumentar nuestros ingresos de manera más o menos permanente y lograr cierta seguridad en este aspecto de nuestra vida. Si agregamos a ello una buena administración de nuestro patrimonio líquido lo más probable es que no conozcamos sobresaltos en nuestra organización económica. De no ser así, lo único que nos quedará será saber administrar lo que poseemos. Entonces podremos conocer la casi ilimitada capacidad que el ser humano posee de reducir sus gastos en base a la aplicación de unos simples principios de filosofía de vida. Ellos nos permitirán no sucumbir en medio de las tormentas y nos enseñarán a soportarlas durante el tiempo que éstas duren.


¿Qué ocurre cuando un barco se hunde? La primera reacción consiste en el instinto de intentar salir del agua, aunque nos encontremos en medio del océano y sin ni siquiera una pequeña isla al alcance de nuestra vista. La adrenalina con la que el miedo inundará nuestro cuerpo aún antes de que lo haga el agua, pondrá un potente motor en los músculos de nuestros brazos y piernas. Quien sepa nadar intentará llegar a nado, sin saber adónde, pero nadará. El que no, chapoteará para no hundirse. Probablemente ninguno de ambos, frente a la desesperante situación, atine a advertir la presencia del enorme tablón que yace a unos metros, flotando solo en medio del desastre. Un trozo de madera que nos permitiría sostenernos de él para no hundirnos, relajarlos, ahorrar energías no cansándonos inútilmente... y poder así pensar. Pensar en una estrategia para salir del agua, para salvarnos. Deberemos contar con esa pizca de suerte que a veces se vuelca a nuestro favor en los momentos cruciales. Pero deberemos hacer lo mínimo indispensable para darle la oportunidad de presentarse a tiempo.

En la vida sucede algo similar. Vivimos chapoteando. Algunos, mejor preparados, incluso nadamos. Pero pocos nos procuramos una situación de estabilidad momentánea física y espiritual para relajarnos... y pensar. Sin hacer nada. El estar siempre activos y en medio de la ansiedad de salir de una determinada situación nos podrá llevar hacia adelante en nuestro cometido, o hacia atrás si nos equivocamos. Si de momento no hacemos nada, más que pensar, al menos no correremos el riesgo de retroceder aún más en situaciones en las que el retroceso viene siendo largo y penoso, y ya no nos deja mucho espacio para recorrer.

Aplicando estos principios al aspecto económico de nuestras vidas, en cualquier momento podremos detener nuestro desenfrenado ritmo en la acumulación de bienes materiales y reflexionar sobre algunos temas:

- No fiarnos de los créditos. Están basados en beneficiar a los que los otorgan y no a quienes los reciben.

- Tener conocimiento actualizado de nuestros ingresos y egresos mensuales nos permitirá saber si estamos aumentando nuestro patrimonio o nuestras deudas.

- Disponer de una reserva permanente de dinero obtenida en épocas de bonanza económica nos permitirá afrontar etapas adversas hasta que pensemos en la manera de salir de dicha situación (como la madera flotante en medio del naufragio).

- Si luego de transcurrido un tiempo prudencial no lográramos revertir la tendencia de nuestros ingresos, colocándolos en alza, podremos sorprendernos descubriendo una larga lista de gastos que podremos ir suprimiendo según las necesidades y a la espera de mejores épocas que nos encuentren limpios de deudas para empezar una evolución económica real y no ficticia.

Cuando alguien se está hundiendo lo primero que debe hacer es intentar llegar a la superficie y mantenerse a flote. Cuenta con apenas unos minutos para lograrlo. En ese período de tiempo no debería gastar energías en otros cometidos. Esos vendrán después. Una vez a flote deberá procurar estabilidad en dicha situación a los efectos de no volver a hundirse (la madera flotante). Sólo después, a salvo de momento, podrá comenzar a utilizar la herramienta más valiosa con la que cuenta el ser humano: su mente, para pensar.

No se necesita naufragar ni encontrarse en medio del océano, para estar hundiéndose. A veces es suficiente con estar vivo. La única condición que impone el riesgo de morir. Y motivo suficiente para aprender a no hundirse.

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