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lunes, 7 de marzo de 2011

Reconocimiento a la mujer, conquista aún no consumada


El reconocimiento a la dignidad, la capacidad y al papel de la mujer en México como en la mayoría de los países del mundo, ha sido incesante a lo largo de la historia, con avances que parecieran ser lentos, pero firmes.
Probablemente la equidad de género es todavía una meta lejana, pero cada vez se percibe menos difícil de alcanzar.
En la actualidad, en México hay 112.3 millones de habitantes, de los cuales más de 57.4 millones son mujeres.
Debido a la disminución de la fecundidad y la mortalidad se han modificado tanto el tamaño como la estructura por edad de la población: entre 0 y 4 años representan el 8 por ciento de la población femenina; las niñas en edad escolar (5 a 14 años) más del 19 por ciento; las adolescentes (15 a 19 años) cerca del 10 por ciento; las jóvenes (20 a 24 años) 9 por ciento; las mujeres adultas (25 a 59 años) casi el 45 por ciento y las adultas mayores (60 y más) más del 9 por ciento. Se estima que en México a mediados de la década de los sesenta la fecundidad alcanzó su máximo nivel histórico cuando llegó a 7.3 hijos promedio por mujer.

Educación en la mujer
En materia educativa, las mujeres han tenido avances importantes. Hace dos décadas, el 15.5 por ciento de la población femenina no había concluido la primaria. Actualmente, esta proporción disminuyó a menos del 10 por ciento, y se incrementaron los años promedio de estudio ya que pasaron de 6.0 a 8.0.
Se estima que 55.9 por ciento de quienes son madres de familia cuentan con secundaria o niveles superiores, mientras que 21 por ciento sólo tiene primaria, 17.1 por ciento primaria incompleta y 6 por ciento no tiene nivel alguno de instrucción.
Respecto a la condición de actividad, el 41.7 por ciento de las madres trabaja, mientras que 53.7 por ciento declaró que se dedicó exclusivamente a quehaceres del hogar. De las madres que trabajan, 65.1 por ciento son trabajadoras asalariadas, una de cada tres es trabajadora por cuenta propia, 3.9 por ciento son trabajadoras sin pago y sólo 1.4 por ciento fueron empleadoras o patronas.
Dominio de maestras en aulas
La conformación de la planta docente del país se distribuye de la siguiente manera: 9.3 por ciento tienen menos de 25 años de edad, de los cuales dos de cada tres son mujeres; 74.2 por ciento se encuentra entre los 25 y 49 años, siendo 62 por ciento mujeres y finalmente uno de cada seis profesionales de la educación tiene más de 50 años y entre ellos la distribución por sexo es equitativa. Los datos anteriores nos indican que existe mayor vocación por la docencia entre el sexo femenino, además de que la mayoría de la planta docente está conformada por adultos jóvenes.
Jefa de familia
La viudez, los divorcios y separaciones, así como la migración y el aumento de madres solteras conlleva a que la proporción de hogares mexicanos, que son encabezados por una mujer, continúen en aumento, al grado de que, según las recientes cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), actualmente dos de cada 10 familias se encuentran en esa situación. De esta forma, el 22.7 por ciento de los hogares del país tienen a una mujer como jefa de familia.
Mujer y economía
La incorporación de la mujer al mercado de trabajo ha sido un proceso intenso y constante desde hace varios años, de hecho, la tasa de participación femenina se ha incrementado notablemente al pasar de 17.6 por ciento en 1970 a 36.8 en 1995 y más del 42 por ciento en la actualidad.
Las aportaciones femeninas a la economía doméstica son cada vez más importantes. A inicios de la década de los noventa, cerca de uno de cada dos hogares registraba ingresos monetarios provenientes del trabajo femenino; en la presente década, esta situación se observó en dos de cada tres.
Por otro lado, aunque en la tercera parte de los hogares la contribución de la mujer es secundaria, se ha incrementado la proporción de los hogares donde la aportación monetaria de las mujeres es la fuente principal de ingresos (de 9.9 por ciento en 1992 a 15.2 por ciento en 2005). Incluso, la proporción de hogares en los que el ingreso de las mujeres es la única contribución económica creció alrededor de 30 por ciento en el mismo periodo, representando en 2005 al 13.7 por ciento de los hogares.
El trabajo doméstico no remunerado constituye una carga desproporcionada para las mujeres y en la práctica es un subsidio invisible al sistema económico, que perpetúa su subordinación y explotación. Durante esta reunión internacional, se adoptaron acuerdos enfocados a avanzar tanto en el reconocimiento del valor social y económico del trabajo doméstico no remunerado, que es prestado por las mujeres en la esfera doméstica y del cuidado, como en la adopción de políticas que posibiliten la corresponsabilidad familiar en este trabajo.
La distribución del tiempo de mujeres y hombres
Ellas dedican 47.7 por ciento de su tiempo al trabajo doméstico y a las actividades de cuidado a personas del hogar, ocupaciones que predominan en su vida cotidiana; el trabajo para el mercado y el uso de medios ocupan 17.9 y 12.2 por ciento de su tiempo, respectivamente. Entre los hombres, el trabajo para el mercado ocupa la mayor parte de su tiempo semanal promedio (41.8 por ciento); en segundo término los quehaceres domésticos y las actividades de cuidado con 17.0 por ciento, y, por último, el uso de medios masivos de comunicación (14.4 por ciento). Las diferencias entre mujeres y hombres son resultado, en parte, de la división genérica del trabajo y de la permanencia de roles de género, que han asignado a las mujeres la responsabilidad de las actividades necesarias para la reproducción de los hogares y de bienestar colectivo, limitando sus oportunidades de acceso al trabajo remunerado y a la obtención de ingresos.
Para la ONU, las mujeres latinoamericanas no podrán gozar de sus derechos plenos mientras no se fortalezca su participación económica.
Vive la mujer discriminación en el campo: FAO
· La producción de alimentos podría mejorar con una mayor intervención de la mujer
En su reciente informe la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), consideró que aunque el contexto al que se enfrentan las mujeres varía de un país a otro, hay una condición común a todas las regiones: las restricciones relacionadas con su género que reducen su productividad y le generan un costo real a la sociedad.
De tal modo, sugiere que una distribución más equitativa en términos de género de los activos, insumos y servicios agrícolas podría hacer crecer la producción de alimentos en el mundo entre un 2.5 por ciento y 4 por ciento.
Es el sector de la población con mayor pobreza: ONU
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha reconocido que la mayoría de los pobres del mundo son mujeres y también son éstas las que sufren más la falta de acceso a los servicios sociales básicos. Si bien, se asegura que han transcurrido seis décadas de crecimiento económico, el 75 por ciento de la población mundial todavía no tiene una cobertura social adecuada, y casi mil 500 millones de personas viven con menos de 1.25 dólares al día.
Poca participación como mediadoras
Un estudio de la ONU recomienda a las misiones de paz del organismo aumentar sus gestiones para garantizar una participación más activa de las mujeres en las negociaciones de paz, en las instituciones de seguridad nacional y en los gobiernos en situaciones de postconflicto.
Se reconoce de su capacidad pero también de la poca intervención que se le permite en estos temas.
La salud de la mujer, un reto
Durante las últimas décadas, México ha generado las condiciones necesarias para lograr una mejoría notable en las condiciones de salud. El mejor indicador de ello es la esperanza de vida, que aumentó 14.8 años entre 1970 y 2010 ubicándose actualmente en un promedio de 75.4 años (77.8 para las mujeres y 73.1 para los hombres).
Alrededor de dos terceras partes de las mujeres mexicanas entre 15 y 54 años de edad, han tenido al menos un hijo, esto de acuerdo con estimaciones del Consejo Nacional de Población (CONAPO).
Históricamente, en México los mayores niveles de fecundidad se registran en mujeres entre los 20 y 24 años de edad, aunque recientemente se observa un lento y ligero desplazamiento hacia las mujeres de edades entre 25 y 29 años. Es decir, en México la fecundidad comienza a mostrar lo que se conoce como un patrón “dilatado” en el que, aunque de manera aún incipiente, las mujeres comienzan a postergar la maternidad hacia edades más avanzadas.
La Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica (ENADID), por su parte, reveló que en 2006, 26.3 por ciento de las mujeres entre 15 y 24 años ya eran madres; este porcentaje aumentó a 77.6 por ciento en la edad de 34 años, hasta alcanzar 92 por ciento en el grupo de los 54 años de edad. Esta misma fuente revela que siete de cada diez madres tiene tres hijos o menos (19.9 por ciento tenía un hijo, 28.2 por ciento dos, 24.3 por ciento, tres y 27.7 por ciento, cuatro o más).
La mortalidad materna en México asciende a 62 muertes por cada 100 mil nacidos vivos. Las autoridades se han comprometido, como parte de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, a reducir la mortalidad en tres cuartas partes entre 1990 y 2015, lo cual significa que para 2015 decrezca la Razón de Mortalidad Materna a 22 muertes por cada 100 mil nacidos vivos. La mortalidad materna es un problema grave de garantía de los derechos humanos de las mujeres, de salud pública, equidad de género y justicia social, y que la mayor parte de las muertes maternas pueden prevenirse con el conocimiento y tecnología médicas disponibles.
Violencia de la mujer: el más grande retroceso
A pesar de los indudables logros observados en el desarrollo de las mujeres, aún persisten problemáticas asociadas con distinciones de género. Una de ellas es la violencia, fenómeno que presenta múltiples facetas y consecuencias permanentes. Los resultados de la segunda Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones de los Hogares (ENDIREH) revela que 67 de cada cien mujeres de 15 años o más han sufrido algún tipo de violencia, ya sea por parte de su pareja (43.2 por ciento), laboral (29.9 por ciento), familiar (15.9 por ciento) o comunitaria o docente (15.6 por ciento).
En México se han implementado diversas leyes y acciones de política pública que buscan visibilizar y abatir este fenómeno. También se seguirán realizando mayores esfuerzos para incidir en los patrones culturales de la población y en el funcionamiento de las instituciones para inhibir y erradicar la violencia y el ejercicio desigual del poder.

Fuentes informativas
INEGI
INMUJERES
CONAPO
SEP
SSA
ONU
FAO
ENCUESTA ENADID
ENCUESTA ENDIREH
PERIODICO LA JORNADA (AGUASCALIENTES)

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